C
omo un remedo al daño causado, a Maderuelo le dieron un bonito y estilizado puente. Y con él, un bonito paseo desde la Solana hasta la Veracruz, ahora incluso iluminado por la noche. Sólo en las noches de viento, entre la baranda, se oye el lamento de Maderuelo por lo mucho perdido bajo las aguas.
Bien merece la pena, una visita y asomarse a su larga baranda, volver la vista atrás y sentir la presencia de Maderuelo sobre nuestras cabezas.
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