Al estar ubicado sobre un
cerro, a escasa
distancia del río y con varias fuentes en las proximidades,
Maderuelo disfruta de un emplazamiento que
fue atractivo para todas las sociedades que se asentaron en la zona, como
lo demuestra su antiquísimo nombre, que procede del culto celta de las
matres.
Si nos remontamos a la
prehistoria, encontramos
vestigios en alguna caverna próxima, cerca de sendas de animales hacia sus abrevaderos en las márgenes del río.
Sus importantes recursos de
pastos y bosques
permitieron que las tribus celtas arevacas se establecieran hasta que fueron
sometidos por los romanos, que forzaron la emigración a las ciudades y
llanuras.
Con la decadencia romana se volvió a ocupar esta agreste
zona, en forma de aldeas autosuficientes o villas de latifundistas
hispanorromanos.
Después, los visigodos, expulsados del
sur de Francia por
los francos y merovingios, refundaron su reino en Hispania. En la
comarca del Riaza y Duratón se asentaron gran número de ellos, llegando a
conocerse este área como campi gotorum (los campos de los godos). De ello han quedado numerosos vestigios en
las proximidades.
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De la época dominada por los
musulmanes,
Maderuelo conserva algunos restos arquitectónicos, únicos en Segovia. Fue una tierra muy disputada y la Edad Media dejó aqui una huella
muy profunda.
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Arcos de estilo
mudéjar y románico en el atrio de la iglesia
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De finales de la Edad Media se conservan puertas y el trazado de murallas, restos de más de trece
templos y vestigios diseminados por las casas del pueblo.
Maderuelo
es de los pocos municipios que aun conservan su condición de
Villa y Tierra, como
cabeza de una comunidad que se fundó tras afianzar los condes castellanos su
dominio sobre la frontera del Duero.
La Edad Moderna trajo a la zona un cierto
aislamiento, al quedar marginada de los nuevos ejes de comunicación. Al
igual que Castilla, Maderuelo se empobreció por el imperialismo y
guerras, como la de Sucesión.
La agricultura nunca pudo igualar el poder económico anterior, basado en la
ganadería lanar.
Sin embargo, se superaron las penurias, como lo
atestigua la imponente ermita que el pueblo levantó a su patrona, la Virgen de Castroboda, a finales del siglo
XVIII.
El siglo XIX trajo un nuevo empobrecimiento,
por el aumento de la población y el XX comenzó con una España
tercermundista e ignorante, donde la Guerra Civil y la gripe del 18
demuestran las condiciones lamentables del país.
Tras la guerra civil, España exigió a Maderuelo una
pesada carga, sin compensación alguna.
Aunque ya existía una creciente emigración a las ciudades industriales, el
embalse el Riaza, anegó las mejores tierras y pastos, privando de
importantes recursos a muchas familias, que se vieron forzadas a emigrar.
De nuevo, el municipio quedó casi despoblado.
Recién comenzado, el siglo XXI encuentra un
Maderuelo vivo, cuya economía está repartida, por primera vez, entre el
sector agrícola y ganadero, industrial, construcción y un sector turístico
creciente.
Sus problemas son comunes a toda Castilla, el acusado envejecimiento de la población y la ausencia de
mano de obra cualificada.
