Edad Media: El Reino de Castilla en el siglo XII

 

lfonso VIII, de Toledo a las Navas
   
  Una minoría de edad azarosa
  Luchas con los almohades
  Reparto de la reconquista
  La frontera leonesa
  La frontera navarro-aragonesa
  El desastre de Alarcos
  Derrotada, Castilla busca treguas
  Inocencio III predica la Cruzada
La victoria de las Navas
  Castilla se impone a sus enemigos
   
 

Almohades vs Castilla

 

 

 

 

 

 

a aventurada minoría del rey

Alfonso es un niño que aún no ha cumplido los tres años cuando hereda el trono de Castilla. Esto abre un periodo de minoridad del rey que se extenderá hasta 1170, durante el cual se verá Castilla envuelta de nuevo en una época de luchas y rencillas nobiliarias entre la familias de los Lara y los Castro (estos últimos son apoyados por el rey Fernando II de León). Ante esta situación, las únicas entidades capaces de proteger el flanco sur del reino serán las milicias concejiles de la Extremadura y la naciente Orden militar de Calatrava.

La tutela del rey niño será entregada a Gutierre Fernández de Castro, aunque la regencia la desempeña el cabeza de la otra gran familia nobiliaria: Manrique de Lara. Los Castro dominan Burgos, Castrogeriz, Castilla la Vieja, Dueñas y Valladolid. Los Lara tienen sus apoyos en Toledo, la Extremadura y las Asturias. Manrique de Lara consigue que D. Gutierre ceda la tutela del rey a un nuevo ayo, García García de Aza (miembro de la familia Lara, tío de D. Manrique) a principios de 1159.

Pronto empezaron las desavenencias de los dos clanes nobiliarios, que llevaron a una guerra civil cuyo primer episodio fue la batalla del Lobregal (cerca de Villabrágima, en Valladolid) en 1160 donde se enfrentaron ambos clanes. En ella, los Castro consiguieron la victoria, incluso cayó prisionero uno de los hijos de D. Manrique de Lara. Este se refugia con el rey en la Extremadura (moviéndose entre Soria y Segovia) donde están sus adeptos. Los Castro convencen al rey de León para que se involucre en la lucha. El arzobispo de Toledo también toma el partido de los Castro. Fernando II, durante el verano de 1162, lleva a cabo una exitosa  campaña en Castilla: entra en Segovia y la conquista. Después, siempre acompañado por el nuevo cabeza de la familia Castro, D. Fernando Rodríguez de Castro, el rey leonés entra en Toledo. Los Lara se ven obligados a replegarse a la Extremadura oriental y dejan a Alfonso VIII bajo custodia del concejo de Soria (lugar de nacimiento del monarca).

De todos modos, los Lara se ven obligados a reconocer la custodia de Fernando II sobre Alfonso VIII, y entregan el niño al rey de León. Durante lo que resta de 1162 y parte de 1163, Fernando II estará en Castilla siempre acompañado por su sobrino Alfonso. Fernando II llega a firmar documentos en los que dice que “tiene la tutela del rey Alfonso, reinante en Toledo, Extremadura y Castilla”. Durante el invierno de 1162-63, el leonés y Alfonso viven en Soria y Almazán.

La situación es aprovechada por el rey Sancho VI de Navarra para avanzar en los dominios castellanos de la Rioja, Duranguesado, Álava, Miranda y Bibriesca. En abril encontramos una bonita historia, que nos ha llegado por la crónica de D. Rodrigo Jiménez de Rada. No son pocos los aspectos novelescos de la trama, pero tiene el encanto de una aventura:

Estando en Soria el rey D. Fernando exigió al concejo de Soria que entregara al rey niño, que estaba bajo su custodia. Alfonso, un niño de 7 u 8 años, rompió a llorar en un momento determinado de las deliberaciones. Los Lara pretextaron que debían dar de comer al pequeño Alfonso y lograron llevarle a una casa para recibir alimento. Aprovechó la situación un caballero leal a los Lara, D. Pedro Núñez de Fuente Armengil, quien escondió a Alfonso bajo su capa, salió de la casa, montó un veloz caballo y llegó ese mismo día a San Esteban de Gormaz (70 kms. una más que considerable distancia para un jinete, y más acompañado de un niño).

Como se impacientara, el Rey Fernando, mandó buscar al niño, momento que fue aprovechado por los Lara para organizar un gran tumulto y conseguir huir de Soria. Al día siguiente, D. Nuño de Lara llevó al niño a Atienza. Como el rey le reclamase la entrega del niño, D. Manrique respondió que “no sabía si era fiel o alevoso, pero había salvado a su señor de la servidumbre”. El leonés incluso llegó a asediar Atienza. De dicha villa lograron sacar a D. Alfonso bajo la capa de un arriero, burlando de nuevo a Fernando II.

Todo esto no es más que una historia, con base real pero con un desarrollo casi novelesco. El caso es que Alfonso VIII fue sacado de Soria y llevado a San Esteban de Gormaz. El rey de León, durante el verano asedió la villa, acompañado por los obispos de Segovia, Osma, Toledo, Sigüenza y Ávila, junto con los Castro, lo que nos da a entender que domina toda la Extremadura. En San Esteban firma el rey de León unos documentos junto a su sobrino (por tanto, el episodio de la huída a Atienza y el de los arrieros no se sostiene fácilmente). Parece ser que hubo una concordia, ya que en septiembre de 1163 Fernando II firma, junto a su sobrino, la entrega de la villa de Uclés a la Orden militar de Santiago. Como testigos de dicha donación figuran tanto los miembros de la familia Castro como los de la familia Lara, lo que nos hace suponer un periodo de tregua.

La paz no duró mucho. En julio, D. Manrique, acompañado por Alfonso VIII, ataca Huete, villa favorable a los Castro. Fernando Rodríguez, con su hueste, sale de Toledo y derrota al ejército del de Lara el 9 de julio de 1164. En dicho combate, D. Manrique fallece. Los restos de la hueste de Manrique se retiran a Zorita llevando consigo a Alfonso VIII. El nuevo cabeza del bando de los Lara es D. Nuño Pérez de Lara, hermano de Manrique, quien consigue retener la custodia del rey niño. En 1165, Fernando II renuncia a la custodia de Alfonso VIII a cambio de conseguir avances en la frontera de Tierra de Campos. Poco a poco, el de Lara va consiguiendo adeptos para el rey Alfonso mientras que los Castro van quedándose arrinconados. Un sínodo de obispos, celebrado en Segovia en marzo de 1166 da unánime apoyo de todos ellos al rey de Castilla. En julio de 1166 fallece Gutierre Fernández de Castro, cabeza de este linaje. Fernando Rodríguez de Castro, tenente de Toledo debe huir y pasar a tierra de moros ya que también se ha enemistado con el rey de León. Poco a poco, las cosas se van aclarando para el rey castellano. Así, el 11 de noviembre de 1169, cuando Alfonso VIII cumple 14 años, es nombrado caballero y declarado mayor de edad. A partir de ese momento será rey efectivo.

En septiembre de 1170, con 15 años, Alfonso casa con Leonor de Plantagenet (hija del rey de Inglaterra). La novia aportó como dote la Gascuña (Suroeste de Francia). A la vez, el rey de Castilla busca el acercamiento con Alfonso II de Aragón (el proyecto de ambos monarcas es repartirse el reino de Navarra).

El apoyo prestado en estos años anteriores, tan difíciles para Alfonso VIII, por los obispos y concejos de las villas de la Extremadura castellana se verá recompensado por unas grandes concesiones a la autonomía concejil.

 

 


uchas con los almohades

En 1172 hay un gran ataque almohade en la frontera sur del reino de Castilla.

El propio sultán Abu Ya’qub encabeza una gran ofensiva en la que toma los castillos de Alcaraz y Vilches, aunque fracasa ante Huete (defendida de forma heroica por Pedro Manrique de Lara) debido a la falta de provisiones que sufre su ejército.  La intendencia es una modalidad de la guerra que no domina ninguno de los ejércitos del momento y la falta de una eficaz intendencia ha impedido  a los almohades aprovechar la turbulenta minoría de edad de Alfonso VIII para hacer avances significativos en la frontera (muy raras veces serán capaces de movilizar un gran ejército y tomar plazas fuertes).

En cambio, las milicias concejiles razzian año tras año el territorio musulmán. Hay que recordar que estas actividades son una fuente de ingresos para los concejos y sus habitantes muy importante (botín, ganados, etc.). A partir de 1173 una serie de malas cosechas y epidemias en la Península obligó a Castilla a acordar treguas con los almohades.

La calma en la frontera sur permite a Alfonso concentrar sus esfuerzos en la frontera navarra. La mediación de Enrique II de Inglaterra permite la recuperación por Castilla de Logroño y otras plazas, a cambio de una indemnización y algunos territorios en Álava en 1177.

El fin de la tregua con los almohades, en ese mismo año, coincide con una gran expedición castellana, apoyada por el rey de Aragón con tropas y dinero, que sirve para asediar y tomar Cuenca, a pesar de una serie de algaradas almohades por tierras de Toledo y Talavera. Rápidamente, el rey repuebla la ciudad concediendo un Fuero, ejemplo de muchos otros fueros. Se ha discutido si este Fuero es original o una copia “mejorada” del Fuero de Sepúlveda. Desde luego muchos de sus artículos coinciden con el Fuero Extenso sepulvedano.

Las razzias en territorio almohade continuarán (sostenidas en su mayoría por el esfuerzo de los concejos y sus milicias). Por su parte, los almohades también replican con ataques. En marzo-abril de 1182 el propio rey Alfonso encabeza una gran cabalgada por el valle del Guadalquivir, Ronda, Málaga y Granada. Incluso llega a conquistar dos fortalezas en el valle del Guadalquivir: Setefilla y Almenara (ambas cercanas a Lora del Río), donde deja importantes guarniciones. Pese a todo, los almohades reaccionan y en verano obligan a la evacuación de la primera de ellas.

En febrero de 1184 Alfonso VIII toma Alarcón (a 80 kms. al sur de Cuenca). Inmediatamente, trata de poblar la estratégica plaza y el territorio colindante. En 1186 la toma de Iniesta (al Este de Alarcón) va encaminada a reforzar los flancos de Alarcón.

En 1185, la muerte de Fernando Rodríguez de Castro, señor de Trujillo deja en manos del rey castellano esta importante población, lo que permite llevar la frontera hacia el sur y repoblar Plasencia (en la ruta de Ávila a Trujillo).

 

 


eparto de la reconquista

La buena sintonía existente entre Alfonso VIII de Castilla y Alfonso II de Aragón se plasma en el tratado de Cazola (firmado por ambos monarcas en este lugar cerca de Ariza, el 20 de marzo de 1179). En dicho tratado se modifica la línea de Reconquista fijada en el antiguo tratado de Tudillén.  Se pacta que para Aragón serán los reinos de Valencia y Denia, hasta la línea Biar-Calpe. Al sur de esta línea, todas las tierras reconquistadas pertenecerán a Castilla.

 

 

 


ensiones en la frontera leonesa

Aprovechando el momento de apogeo castellano, Alfonso VIII actúa en la frontera del reino de León, que atraviesa por una delicada situación económica debido a los cuantiosos gastos militares que han dejado exhaustas sus arcas. Los intereses económicos de los obispados de Tierra de Campos convencen a ambos monarcas de la inoportunidad de la guerra. Se acuerdan treguas en Castronuño (en febrero de 1181) ampliadas en Medina de Río Seco (21 de marzo de 1181). La frontera marcada por Alfonso VII se mantiene y será de nuevo amojonada mediante una comisión de 5 “hombres buenos” por cada reino.

El 22 de enero de 1188 fallece Fernando II de León. Su hijo y sucesor, Alfonso IX, debe hacer frente a comienzos de su reinado a una serie de revueltas nobiliarias que son aprovechadas por Alfonso VIII para tomar multitud de fortalezas fronterizas. El rey de León consigue reunirse con el castellano en Soto Hermoso, en mayo, donde presta vasallaje a Alfonso VIII, reconoce como propiedad del castellano todas las plazas tomadas y acuerda contraer matrimonio con Urraca (hija de Alfonso VIII, a la sazón una niña de dos años).

En 1190, Alfonso IX de León rompe el acuerdo matrimonial con Alfonso VIII y casa con Teresa, hija del rey de Portugal. La intervención papal hace que los reyes de Castilla y de Aragón vuelvan a firmar treguas entre ellos y disuelve el matrimonio de Alfonso IX y Teresa de Portugal (existe, por otra parte, un grave problema de consanguinidad entre los contrayentes, ya que son primos hermanos) en 1192. El problema es que el breve matrimonio ha dado para que nazcan tres hijos. La situación entre León y Castilla se desbloquea en el Tratado de Tordehumos (abril de 1194) en el que, a cambio de una tregua, Alfonso VIII devuelve a León muchas de las plazas que había tomado en 1188.

 

 

 


ensiones en la frontera aragonesa

La pujanza militar castellana (gracias a las excelentes tropas que allegan los concejos) despeierta recelos en Aragón y Navarra, que firman una alianza anticastellana en Borja (septiembre de 1190), que no se tradujo más que en unos pequeños ataques en las zonas de Soria y Cuenca.

 

 

 


l desastre de Alarcos

En 1194 han expirado las treguas con los almohades. Ese mismo año, desde Toledo se lanza una gran razzia por el valle del Guadalquivir dirigida por el arzobispo de Toledo y con una participación principal de los caballeros calatravos.

El sultán almohade Abu Yusuf al-Mansur moviliza su ejército a final de año, pero no cruza el estrecho de Gibraltar hasta junio de 1195. A mediados de julio ha cruzado Sierra Morena y está frente al castillo de Alarcos (cerca de la actual Ciudad Real). Allí le espera Alfonso VIII, que ha reunido a toda prisa a su ejército y se ha situado en las fronteras de su reino (Alarcos podía considerarse en ese momento la última fortaleza cristiana). Están en camino la hueste del rey de León y la de los condes de Lara. Alfonso VIII decide enfrentarse inmediatamente a los almohades sin esperar la llegada de las tropas de refuerzo (tal vez piensa que puede sorprender a los, en teoría, fatigados almohades por el viaje).

El día 19 de julio tiene lugar la batalla. El ejército musulmán (con la ayuda de una hueste de castellanos desnaturalizados al mando de Pedro Fernández de Castro), muy superior en número, consigue rodear a la caballería castellana. A primera hora de la tarde, el rey consigue romper el cerco y huir con muchos caballeros. El alférez real, D. Diego López de Haro, con los restos del derrotado ejército se refugian en el castillo de Alarcos. Los musulmanes cercan el castillo pensando que el rey de Castilla se encuentra entre sus muros. La certeza de que el Alfonso VIII ha conseguido huir y la mediación de Pedro Fernández de Castro permiten que los refugiados en Alarcos puedan salir libres hacia Toledo.

Con todo, la derrota ha sido durísima. Han perdido la vida entre otros, los obispos de Sigüenza, Ávila y Segovia (D. Pedro Girón) y muchos nobles, amén de un número indeterminado de peones. La derrota supone, además, la pérdida de Calatrava, Caracuel, Malagón y Guadalerzas (por señalar las fortalezas más importantes) y prácticamente toda la Mancha (se conservan, sin embaro, Chillón y Dueñas). La falta de provisiones impide a los almohades aprovechar el éxito y el sultán decide retirarse con su ejército dejando solamente guarniciones en los castillos tomados.

 

 


errotada, Castilla busca treguas

La delicada situación de Alfonso VIII tras la derrota es aprovechada por el rey de León, Alfonso IX. Éste se encuentra con el castellano en Toledo y, a cambio de la ayuda leonesa, le exige la entrega de unos castillos en Tierra de Campos. A la vez, Alfonso IX contacta con los musulmanes a través del traidor Pedro Fernández de Castro (nombrado mayordomo real por el leonés).

Sancho VII de Navarra razzió las tierras de la Rioja y Soria, a la vez que enviaba emisarios a los almohades. La difícil situación de Castilla es solucionada por el rey de Aragón, Alfonso II. En Diciembre de 1195 realiza una peregrinación a Santiago de Compostela y Coimbra. En marzo, de vuelta en Ágreda, consigue que Sancho VII y Alfonso VIII firmen la paz (El papado presionó al rey de Navarra para hacer esta paz). Alfonso II fallece el 25 de abril, dejando como heredero a un niño (Pedro II), bajo la regencia de su madre, Sancha, tía de Alfonso VIII y en muy buenas relaciones con el castellano.

Tras la derrota castellana de Alarcos, los leoneses reciben la ayuda almohade para seguir atacando las posesiones castellanas en Tierra de Campos. En la primavera de 1196, mientras los leoneses campan por la frontera, los almohades inician una gran razzia hacia Talavera, Maqueda y Toledo.

Mientras los musulmanes arrasan los campos de Toledo, Alfonso VIII consigue reunir un importante ejército que se sitúa en Ávila (puede vigilar a los leoneses y almohades a la vez). En verano, el ejército castellano avanza sobre Tierra de Campos (las ciudades de la región de Toledo resisten el acoso musulmán), obligando al rey de León a retirarse. Incluso, el Papa excomulga a Alfonso IX por su alianza con los almohades. La orden militar de Santiago niega su obediencia al leonés, aunque los obispos y la nobleza del reino de León mantiene el apoyo a su rey. La retirada almohade, a finales de julio, permite a Alfonso VIII contraatacar y recuperar Plasencia (15 de agosto).

En 1197, Alfonso IX de León marcha a Sevilla para renovar su alianza con los almohades, que vuelven a razziar Talavera, Toledo, Madrid, Alcalá de Henares, Oreja, Uclés, Huete, Cuenca y Alarcón. Las dificultades castellanas en el Sur del reino se equilibran gracias a que Sancho I de Portugal entra en guerra con León atacando Tuy. Alfonso VIII y Pedro II de Aragón se coaligan para atacar León por Castroverde. Entre dos fuegos, Alfonso IX no tiene más remedio que negociar con Castilla para centrarse en su enfrentamiento con Portugal. Incluso, una hija de Alfonso VIII (Berenguela de Castilla) casa, pese al cercano parentesco entre los cónyuges –los dos reyes son primos carnales- con Alfonso IX. El califa almohade, con dificultades en su imperio norteafricano, acepta la oferta de treguas que le ofrece Alfonso VIII. El rey de Castilla ha conseguido salvar una situación dificilísima tras la derrota de Alarcos.

En 1198 Sancho VII de Navarra rompe su tregua con Castilla. El Papa excomulga al rey de Navarra. De nuevo, la alianza entre Castilla y Aragón funciona (incluso llegando a un acuerdo para repartirse el reino de Sancho VII) lo que permite a Alfonso VIII atacar Álava y Guipúzcoa en 1199. Ambas regiones pasan sin lucha a poder de Castilla, obteniendo su tenencia D. Diego López de Haro, Señor de Vizcaya (personaje clave en adelante). Sancho VII, en tan difícil situación, pide ayuda a los almohades, quienes, en dificultades en el N. de África, no pueden más que ofrecer dinero al navarro, con lo que éste debe llegar a una tregua con Castilla en 1200 y aceptar la pérdida de Álava y Guipúzcoa.

En 1201, el matrimonio entre Berenguela de Castilla y Alfonso IX de León es anulado por el Papa, pese a que han nacido 4 hijos de la unión (entre ellos, el futuro Fernando III, nacido ese mismo año) y a las presiones y embajadas que envían tanto castellanos como leoneses al Papa.

Ese mismo año, Alfonso VIII y Diego López de Haro se enfrentan y el noble se desnaturaliza y pasa con su hueste a Navarra desde donde se dedica a atacar sus antiguas posesiones. El Señorío de Vizcaya (que coincide, más o menos, con la actual comunidad Autónoma Vasca) pasa a ser un dominio personal de Alfonso VIII. El propio monarca, ayudado por Alfonso IX pasa a Navarra y asedia en Estella a D. Diego López de Haro (otoño de 1202). Allí se reúnen los reyes de Navarra, Aragón, Castilla y León donde acuerdan una nueva tregua entre ellos.

Esta tregua, renovada en los años siguientes, permite a los reinos cristianos un desarrollo económico y demográfico muy importante. Las rutas comerciales entre los reinos se desarrollan, los circuitos ganaderos (trashumancias Norte-Sur), lo mismo, los regímenes forales de las villas de la Extremadura y la Transierra se mejoran.

 

 


nocencio III predica la cruzada

En 1210 las treguas con los almohades han llegado a su fin.

Una bula del Papa Inocencio III, promulgada en 1209, encarga al arzobispo de Toledo, D. Rodrigo Jiménez de Rada, su predicación en Castilla. En 1210, Fernando (no confundir con el futuro Fernando III), hijo y heredero de Alfonso VIII se pone al frente de la cruzada. En la primavera de 1211, caballeros de Salvatierra razzian Jaén, Andujar y Baeza, mientras que Alfonso VIII y su hijo Fernando atacan la región de Játiva con las huestes concejiles de Madrid, Guadalajara, Cuenca, y Uclés.

El sultán almohade, ante la situación sobrevenida, reúne su ejército en Rabat y en junio de 1211 ha cruzado el estrecho y se encuentra en Sevilla. En julio, el sultán asedia Salvatierra mientras parte de su ejército corre las tierras de Toledo. El rey de Castilla no puede ayudar a los caballeros asediados en Salvatierra, que deciden rendir la plaza en septiembre, a cambio de retirarse hacia Toledo sanos y salvos. La noticia de la pérdida de la fortaleza de Salvatierra (considerada como el escudo del reino de Castilla frente a los almohades) impresionó enormemente en toda la Península. A esto se unió la inesperada muerte del infante D. Fernando (octubre de 1211).

En invierno, Alfonso VIII hace un llamamiento general a todo el reino: huestes señoriales, concejiles y órdenes militares deberán concentrarse en Toledo para el día de Pentecostés del año siguiente (13 de mayo de 1212). Todo el reino debe esforzarse en la preparación de una guerra, que se adivina definitiva, contra los almohades. El rey de Castilla recaba el apoyo de Pedro II de Aragón (que lo obtiene inmediatamente), Sancho VII de Navarra (quien accede a participar tras no pocas vacilaciones) y Alfonso IX de León (éste exige a cambio la devolución de las plazas perdidas en Tierra de Campos, a lo que no accede el castellano). Inocencio III exhortó al leonés a detener su conflicto con Portugal y Castilla. Alfonso IX no sólo no hizo caso al ruego del Papa, sino que aprovecharía la campaña del rey de Castilla hacia las Navas para ocupar algunas fortalezas fronterizas de Tierra de Campos.

La campaña, al tener carácter de Cruzada, atrae a un gran número de combatientes europeos que fueron llegando a Toledo. Acudieron gran número de caballeros gascones, de la zona de Poitou, el arzobispo de Burdeos, los obispos de Nantes y Narbona. La presencia de estas fuerzas en Toledo trajo problemas. El día de Pentecostés intentaron atacar a la población judía de Toledo. Si no hubo una masacre fue debido a la decidida actuación de los caballeros toledanos que protegieron a sus conciudadanos judíos.

Por su parte, el rey de Aragón, Pedro II, no pudo reunir más que un número limitado de hombres (y ello a costa de empeñar una serie de castillos para obtener dinero). El rey Alfonso VIII, sin embargo, se encargó de costear el viaje y la estancia de los aragoneses. Sancho VII, al fin, se decidió a acudir (tras no pocas vacilaciones y presiones) con 200 caballeros. Muchos caballeros castellanos desnaturalizados, así como leoneses, portugueses, gallegos y asturianos acudieron a título personal. Todos los concejos aportaron sus tropas. Jiménez de Rada destaca, por su fortaleza las huestes de Ávila, Segovia, Soria, Sepúlveda, Atienza y Cuellar (por señalar las de la Extremadura).

El pago de tanto soldado, y su aprovisionamiento fue una labor muy compleja. Hay que señalar que cada día, un caballero cobraba 20 sueldos, y 5 cada peón. Por ello, debió acuñarse una gran cantidad de moneda en Toledo. El oro y plata procede del tesoro Real. El Clero castellano aportó la mitad de las rentas correspondientes a ese año. Los nobles contribuían pagando de su bolsillo parte del sueldo de su mesnada. Las huestes concejiles aportaban raciones para bastantes días. Por parte de las órdenes militares, ellas mismas se encargan del aprovisionamiento de sus propias tropas.

 

 


a victoria de las Navas

El día 20 de julio, se puso en marcha el ejército cristiano, apoyados por un tren de 60.000 acémilas para garantizar el avituallamiento y transportar la impedimenta. Casi a la vez, se puso en marcha el ejército almohade desde Sevilla (el 22 de julio). En pocos días, el Miramamolín Al-Nasir alcanzó Jaén, donde esperaría la llegada de los cristianos.

Para saber más de las Navas...

Las plazas perdidas a raíz del desastre de Alarcos fueron recuperadas con rapidez: Malagón el 24 de junio; Calatrava, el día 30. El calor veraniego y el escaso botín obtenidos en ambos castillos, junto con una serie de problemas de abastecimiento, llevaron el descontento a los franceses y a su retirada el día 3 de julio. Solamente el Obispo de Narbona con su hueste y 130 caballeros más decidieron quedarse. La situación del ejército cristiano mejoró unos días después cuando se unió al ejército los 200 caballeros del rey de Navarra Sancho VII en Calatrava.

El día 13 de julio, las vanguardias cristianas toman el alto del Puerto del Muradal y el Castillo del Ferral. Al-Nasir decide esperar a la salida del desfiladero de la Losa (estrechamiento que hay a la bajada del Puerto del Muradal, cerca del actual pueblo de Santa Elena). Intentar forzar dicho paso hubiera llevado al desastre a los cristianos, pero consiguieron encontrar otro paso que les llevó a poder establecer el campamento en una situación favorable. Los días 14 y 15 fueron de preparativos con alguna pequeña escaramuza.

El lunes, 16 de julio tuvo lugar la gran batalla. Alfonso VIII colocó a sus fuerzas de forma que se impidió la maniobra de envolvimiento que supuso su derrota en Alarcos (formó en tres cuerpos intercalando masas de peones entre las tropas de a caballo). La batalla duró todo el día, aunque al mediodía se puede decir que la batalla estaba decidida a favor del bando cristiano. El Miramamolín debió huir a caballo desde el palenque, identificado por su tienda roja.

El botín obtenido fue inmenso: gran cantidad de metales preciosos y moneda, caballos, acémilas, armamento y vituallas. Aprovechando el impulso, el día 18 de julio los cristianos capturaron Vilches. El día 19 toman Baeza, que ha sido abandonada por los musulmanes. El día 20 los cruzados cercan Úbeda donde se ha refugiado lo que quedó del ejército musulmán. El día 23 la ciudad es tomada al asalto.

Alfonso VIII decide en este momento que no puede llevar más adelante a su gente. Una epidemia de disentería ha mermado sus fuerzas. Decide la retirada, no sin antes destruir los alcázares de Úbeda y Baeza aunque deja guarniciones en Vilches, Baños, Tolosa y el Ferral.

 

 


astilla se impone a sus enemigos

A finales de 1212, Alfonso VIII consigue obligar al rey de León a firmar un tratado de paz entre Castilla y Portugal, por un lado, y León por otra.

A pesar de malas cosechas (que originan en todo el reino de Castilla una gran escasez), Alfonso VIII prosigue sus ataques contra los almohades. Durante la Cuaresma de 1213 (época muy poco usual para hacer una campaña militar) toma Dueñas (la futura Calatrava la Nueva) frente a la fortaleza de Salvatierra (2 kms. de distancia una de otra). Alcaraz también cae el día 23 de mayo tras un duro asedio  facilitado por las máquinas de asedio que han sido construidas por ingenieros mozárabes al servicio de Alfonso VIII. Incluso, durante el invierno, el rey Alfonso VIII sitió Baeza (que ha sido ocupada y reconstruida por los musulmanes). En febrero de 1214, ante la falta de provisiones (debido a la escasez comentada anteriormente), se debe levantar el cerco. Las crónicas hablan de muertes por hambre incluso en Calatrava.

El gran oponente de Alfonso VIII, el miramamolín Al-Nasir ha muerto en diciembre de 1213. Alfonso VIII propone treguas al sucesor Abu Yacub, que aceptó.

El viejo rey Alfonso fallece el día 5 de octubre de 1214 en Gutierre Muñoz, cerca de Arévalo, cuando se dirigía hacia Plasencia para entrevistarse con Alfonso II de Portugal, a los 59 años de edad. Jiménez de Rada resalta de su persona: “valor, generosidad, inteligencia, prudencia, modestia en la aceptación del consejo, gran memoria, sentido de la amistad y un gran apego a la vida familiar”. Tal vez todo esto sea una exageración del Arzobispo de Toledo, pero lo cierto es que su reinado fue uno de los más largos e importantes en la Edad Media Castellana.