Edad Media: El Reino de Castilla en el siglo XI

 

ex et imperator, Alfonso VI

(1065 -1109 )

   
  Parias
  Protección al reino taifa de Toledo
  Destierro del Cid
  Relaciones con la Iglesia
  Al-andalus pide ayuda a los almorávides
  Primer ataque almorávide
  Sigue la supremacía castellano-leonesa
  La sucesión; alianza con Borgoña
  El Cid, señor de la guerra
  Al-Andalus bajo los almorávides
  Un heredero varón
  Defensa del Tajo
  Pérdida de Valencia
  Sucesión del rey
  Muerte del heredero
  Primera Unión de Castilla, León y Aragón
  Fidelidad de Castilla y León
  Alianzas
   
demás...
 

¿Qué pasaba en Maderuelo?

   

Alfonso VI

 

 

 

 

 

idelidad de Castilla y León 

Como ya vimos, Alfonso VI se encontraba exiliado en Toledo, tras ser derrotado por su hermano mayor, Sancho II, que le arrebató el reino de León. Al enterarse de la muerte de su hermano en el sitio de Zamora, Alfonso vuelve rápidamente desde Toledo.

Hacia el 10 de noviembre de 1072 ya está en León donde obtiene la fidelidad de la nobleza leonesa y gallega. En diciembre marcha a Burgos donde, después de jurar con otros 11 testigos (método de probar la inocencia muy usado en el derecho consuetudinario castellano) que no ha tenido nada que ver con la muerte de Sancho, obtiene la fidelidad de la nobleza castellana. 

La tradición hace de D. Rodrigo Díaz el tomador del juramento del nuevo rey en la Iglesia de Santa Gadea (no sería descabellado este episodio debido a que el Cid es el Alférez de Castilla). Ciertamente, a los castellanos no les quedaba otro remedio que aceptar al hermano del rey D. Sancho ya que Alfonso es el legítimo heredero del trono a pesar de la guerra fraticida recién terminada.

Mientras, el hermano menor, García,  ha regresado de su exilio en Sevilla convocado por Alfonso VI. Nada más pisar territorio cristiano es apresado y Alfonso ordena su encierro en el Castillo de Luna (León). No saldrá de allí hasta su muerte ocurrida en 1090.

 


lianzas

Alfonso, rey de Castilla y de León, intenta integrar en su curia tanto a castellanos como a leoneses (las relaciones entre las noblezas ce Castilla y León son extremadamente tensas debido a los años de guerra habidos). 

El matrimonio de Alfonso VI, que cuenta 36 años, con Inés de Aquitania (sur de Francia) en 1074  se enmarca en un intento de buscar alianzas al otro lado de los Pirineos para aislar a Navarra. En ese mismo año, Sancho Garcés IV de Navarra se alía con el rey taifa de Zaragoza (teóricamente vasallo de Castilla a la que debe el pago de parias) provocando una gran crisis entre Castilla-León y Navarra. Por ello, Alfonso invade la Rioja y obliga a Al-Muqtadir de Zaragoza a volver a pagar parias.

En 1076 muere Sancho Garcés IV de Navarra en medio de una conjura urdida por sus propios hermanos. Alfonso VI aprovecha el momento de inestabilidad en Navarra para actuar. En junio toma Nájera y Calahorra con lo que se hace con el control de toda la Rioja. Igualmente, se interna con su ejército y obtiene fácilmente la fidelidad de la nobleza alavesa, vizcaína y de parte de Guipúzcoa. Sancho Ramírez de Aragón aprovecha el río revuelto y ocupa toda la parte oriental de Navarra (incluida Pamplona). El aragonés no quiere problemas con Alfonso VI y rápidamente le rinde vasallaje a cambio de que Alfonso  respete el status quo sobrevenido.

 


arias

Esta política de recibir parias de los reinos de taifa es la principal fuente de ingresos del reino y persigue  a largo plazo empobrecer los reinos musulmanes.  Con el tiempo, las taifas irán cayendo como fruta madura en manos de Alfonso VI. 

Una conquista por las armas supondría un esfuerzo enorme y con dudosos resultados. Además, Castilla-León aún no cuenta con un contingente suficiente de población para repoblar las posibles ganancias territoriales. 

El cobro supone disponer de grandes recursos económicos (las parias que se acuerdan siempre son sumas astronómicas) y permite mantener una situación de superioridad militar. Ejemplo de esta política es la campaña de 1074 de Alfonso contra Córdoba y Granada, en la que el rey Alfonso consiguió 30.000 dinares de oro (una cantidad fabulosa) del rey de Córdoba y la promesa de pagar cada año 10.000 dinares más.

 


rotección al reino taifa de Toledo

Dejando que Aragón se enfrente a Navarra, Alfonso se centra en Toledo.  En 1075 ha muerto envenenado el rey taifa de Toledo Al-Mamún sumiendo al reino toledano en una gran crisis interna que intentan aprovechar los reyes taifas de Badajoz y Sevilla para aumentar sus dominios a costa de Toledo. Por ello, tras su campaña en la Rioja y Vascongadas, Alfonso VI está en agosto en Sepúlveda con su ejército para intentar ayudar al nuevo rey toledano Al-Qadir. En noviembre otorga el Fuero de Sepúlveda que servirá de modelo para todos los fueros de la Extremadura Castellana y que trata de favorecer la repoblación urgente del Sur del Duero.  Especialmente, Sepúlveda y la comarca nordeste segoviana debido al estratégico paso de Somosierra, que es el puerto de montaña más directo y accesible  para pasar hacia el reino de Toledo. Todo el sur del Duero se empieza a poblar alrededor de núcleos fortificados (como Olmedo, Arévalo, Coca, Cuellar o Sepúlveda).

En 1079, el rey de Badajoz, Al-Mutawakkil, entra en Toledo y expulsa a Al-Qadir que debe refugiarse en Cuenca. Alfonso VI, al que le interesa mantener a Al-Qadir en Toledo, responde invadiendo Coria (Cáceres), fortaleza clave en el sistema defensivo del reino de Badajoz. A la vez, envía a Rodrigo Díaz a Zaragoza con una hueste a reclamar las parias que debe el rey Al-Mutamid.

 En 1080, Alfonso ha repuesto en Toledo a Al-Qadir. A cambio, el toledano debe entregar a Alfonso VI el castillo de Zorita (Provincia de Guadalajara), plaza estratégicamente situada en la ruta entre Toledo y Zaragoza y la fortaleza de Canturias (al oeste de Talavera), además de acrecentar el montante de las parias. Alfonso empieza a tener ya fortalezas al otro lado de la Sierra, con lo que la repoblación de la Extremadura castellana puede hacerse con más tranquilidad.

Con el tiempo, el rey de Toledo Al-Qadir tiene crecientes problemas para pagar las parias exigidas por Alfonso VI. Sus súbditos están exhaustos, ya que sobre ellos recae el esfuerzo recaudatorio que debe hacer el monarca para conseguir el astronómico montante. Además, mientras el reino de Toledo sea musulmán, la repoblación de la Extremadura castellana no estará asegurada del todo. 

En 1081, presiona aun más a Al-Qadir (a cambio de una rebaja en las parias) para que el toledano entregue a Alfonso el castillo de Canales (30 kms. Al Norte de Toledo, a orillas del río Guadarrama). Poco a poco, el castellano-leonés va afirmando sus bases al otro lado de la Sierra para lanzar el ataque definitivo sobre Toledo. Además, para ganar tiempo, nombra en ese año a Bernardo de Sédirac (abad del monasterio de Sahagún) arzobispo de Toledo.

 


estierro del cid

En ese mismo año de 1080, un ataque de elementos toledanos incontrolados sobre San Esteban de Gormaz (correría que buscaría botín, casi exclusivamente) hizo que D. Rodrigo Díaz de Vivar lanzara una razzia con su hueste por las tierras toledanas de Guadalajara y Cuenca. Alfonso VI acusó al noble castellano de guerrear sin su consentimiento con un reino sujeto a la protección del rey y ordenó su destierro. 

A comienzos de 1081 debe Rodrigo Díaz abandonar Castilla con su hueste. En este punto introducimos unos versos del Cantar del Mio Cid:

 

Soltaron las riendas, | pienssan de andar;
çerca viene el plazo | por el reino quitar.

Vino mio Çid yazer | a Spinaz de Can;

grandes yentes sele acogen | essa noch de todas partes.

Otro dia mañana | pienssa de cavalgar.

Ixiendos va de tierra | el Campeador leal;
de siniestro Sant Estevan | - una buena çipdad -

de diestro Alilon las torres | que moros las han,
passo por Alcobiella | que de Castiella fin es ya,

la Calçada de Quinea | iva la traspassar, 

sobre Navas de Palos el Duero va pasar,
a la Figeruela | mio Çid iva posar.
Vanssele acogiendo | yentes de todas partes.

Versos 391 a 403 del Cantar del Mío Cid (escrito hacia 1140).

Como puede leerse, el Cid abandona Burgos, toma el camino del Sur hasta Fresno de Cantespino (Spinaz del Can) donde hace noche. Parece ser que se le juntan muchos hombres de la zona (grandes yentes se le acogen ... de todas partes) debido a la perspectiva de una larga correría (que puede ser productiva con un poco de fortuna) al lado de uno de los líderes militares más carismáticos de Castilla.

Parece ser que tomó el camino de San Esteban siguiendo la Cañada Real Soriana Occidental (entonces ya sería una vía pecuaria importante), cruzando el Aguisejo por Mazagatos (de diestro Alilon las torres que moros las han). Como puede verse, Ayllón aún está en manos de los musulmanes, aunque no teme el Cid un ataque de la guarnición de esta plaza al pasar tan cerca de sus muros debido a lo crecido de su hueste. Después de llegar a Alcubilla del Marqués (Alcobiella), entre San Esteban y Osma, cruza el Duero por Navapalos.  El lugar de La Figueruela, F.J. Martínez Llorente (en su obra Régimen Jurídico de la Extremadura Castellana Medieval. Las Comunidades de Villa y Tierra –s. X-XIV, pág. 68) lo identifica con el despoblado de la Aldehuela, en la tierra de Caracena.

Desde este punto, el Cid abandona Castilla, aumentando su hueste con gente aventurera que se le une con la esperanza de un buen botín. Toma el camino de Zaragoza, donde luchará al lado de Al-Muqtadir (rey de Zaragoza) frente a los aragoneses y catalanes. Paradójicamente, esta alianza entre el Cid y el rey de Zaragoza es enormemente favorable a los intereses de Alfonso VI, ya que permite que el zaragozano pueda seguir pagando parias al rey de Castilla-León, a la vez que frena los impulsos expansionistas de Aragón y los Condados catalanes. A su vez, el Cid guerrea en el reino de Valencia (tradicional enemigo del rey zaragozano) obteniendo importante botín.

 

 

 


elaciones con la iglesia

Siguiendo el avance militar, Alfonso VI comienza un proceso de restauración y dotación de sedes episcopales, a medida que avanza la conquista de nuevas tierras y repoblación de villas. Las buenas relaciones que mantiene el monarca con la abadía de Cluny son la causa que muchos monasterios castellano-leoneses se integren en la orden benedictina.

La reforma del Papa Gregorio VII (1073-1085) obliga a Alfonso VI a reformar la liturgia hispánica o mozárabe, que Roma considera  desviada de la liturgia ortodoxa. Este cambio de liturgia implica también la aplicación del derecho canónico romano, lo que supuso no pocas resistencias por parte del monarca y la nobleza. 

En 1080 se reúnen en Burgos los trece obispos del reino para llevar a cabo el cambio de liturgia. El nuevo rito romano se fue imponiendo paulatinamente. Además, el Papado quiere acabar con el nombramiento de obispos por parte del rey. Tras un tira y afloja, el Papa acepta nombrar obispos en las personas que Alfonso le proponga.  

Los últimos años del siglo XI también están marcados por los problemas eclesiásticos (por la provisión de sedes episcopales)  del reino. En 1094 es nombrado el nuevo obispo de Santiago (vacante desde 1088) en la persona de Dalmacio de Cluny (gracias a la influencia francesa en el reino de Alfonso VI). Al año siguiente el Papa concede el traslado de la sede de Oca a Burgos. Esta sede queda como cabecera de Castilla. El obispo Bernardo de Toledo marcha en 1096 al Concilio de Clermont donde Urbano II proclama la  primera cruzada para liberar Tierra Santa de los musulmanes. El obispo de Toledo desea marchar también hacia Tierra Santa para intervenir en la Cruzada. El Papa lo disuade de tal idea con el argumento de que luchar contra los almorávides en la Península es una cruzada tan válida como la que se prepara para ir a los Santos Lugares. El obispo Bernardo vuelve a Toledo rodeado de un séquito de clérigos franceses, que en los 50 años siguientes coparán casi todas las sedes episcopales del reino castellanoleonés.

En 1096 fallece el obispo Dalmacio, quedando la sede compostelana de nuevo vacante. El antiguo obispo Diego Peláez sigue vivo aunque exiliado en Aragón y consigue que el Papa revoque la elección de Diego Gelmírez como nuevo obispo (elegido por Alfonso VI). Gelmírez tiene un inconveniente a la hora de ser elegido obispo: aún no ha sido investido como sacerdote. A pesar de su no elección, sigue siendo el administrador de tan rica sede ya que Diego Peláez no puede retornar al reino.

En 1099 se restaura la sede de Osma. En años sucesivos tendrá grandes litigios con la sede  de Burgos por cuestión de límites. En 1100 Gelmírez es nombrado subdiácono y elevado a la condición de obispo de Compostela en ese mismo año. En 1101 el Papa valida a Toledo  como sede Primada de toda la Península (incluyendo las tierras en manos musulmanas).

 

 


l-andalus pide ayuda a los almorávides

En 1082, Alfonso VI intenta que Al-Mu’tamid, rey taifa de Sevilla, vuelva a pagar parias. Como se negó, en 1083 el rey organiza una gran expedición que cruza el reino de Toledo (Al-Qadir no tiene más remedio que permitir el paso de la hueste cristiana), llega hasta Sevilla destruyendo cosechas y pueblos. El rey llegó hasta la punta de Tarifa, donde el rey se introdujo en el mar a caballo. Con este gesto, Alfonso VI mostraba cual debía ser el límite del reino (el Estrecho de Gibraltar). 

Esta destructiva expedición hace mella en la mentalidad andalusí. Los alfaquíes (doctores de la ley islámica) predican contra los infieles del norte y piden que el emergente imperio almorávide del Norte de África  intervenga en la Península y vengue las continuas humillaciones a las que les somete Alfonso VI. 

Además, el pago de parias obliga a una presión fiscal inmensa a los súbditos de los reyes de Taifa. Recordemos que la ley coránica solamente obliga a un impuesto que debe destinarse a la limosna, por lo que recaudar un impuesto para parias puede considerarse un acto ilegal.

Los reyes de taifa son reticentes a pedir ayuda a las tribus bereberes almorávides, a los que consideran unos bárbaros e integristas.  Pero, como dijo el rey de Granada, “mejor ser cabrero en Marruecos que porquero en Castilla”. Por tanto, Al-Mu’tamid escribe al califa almorávide Yusuf Ibn Tasufin solicitándole ayuda.

 


onquista de Toledo

Enterado Alfonso VI de los contactos entre taifas y almorávides, decide que es hora de tomar el reino de Toledo. En el verano de 1084 arrasa las tierras que rodean Toledo e instala un campamento permanente al sur de la ciudad para hostigarla e impedir un aprovisionamiento fácil de alimentos. 

En marzo de 1085, Alfonso se encuentra con su ejército rodeando Toledo. Aislado completamente, sin posibilidad de recibir ayudas de otros reinos de taifa ni de los almorávides, que no se han decidido a cruzar el estrecho, Al-Qadir decide que la mejor opción es evitar penalidades a la población toledana y pacta con Alfonso VI la rendición de la ciudad. El día 6 de mayo se rinde Toledo. El día 25 del mismo mes hace su entrada triunfal Alfonso VI. El acuerdo llegado con Al-Qadir es que el rey Alfonso toma para sí los bienes públicos y privados de Al-Qadir, que debe partir al exilio. La población musulmana puede irse, o quedarse.  Se respetarán sus propiedades particulares, su régimen fiscal y se permite el culto musulmán en la mezquita mayor.

Toledo era enorme, mucho más grande que cualquier ciudad del reino de Alfonso VI. Baste decir que la población toledana estimada antes de la conquista era de unos 37.000 habitantes, frente a los 1.500 de León, por ejemplo. En Toledo hay unos 4.000 judíos que reciben un trato similar a los musulmanes. Igualmente, el número de cristianos mozárabes es muy importante, e irá aumentando a lo largo del siglo XII por una gran inmigración desde todos los puntos peninsulares. Esta inmigración servirá para nivelar el descenso paulatino de población musulmana que decide emigrar a lo largo de los años siguientes.

La importancia de la población mozárabe se refleja en el nuevo gobernador de la ciudad, Sisnando Davídiz, mozárabe portugués, y el respeto al rito mozárabe (pese al cambio de liturgia) que se mantiene en 6 parroquias de la ciudad, aunque están sometidas a la jurisdicción del nuevo arzobispo Bernardo. Éste decide convertir la mezquita mayor, en contra de los acuerdos llegados por Alfonso y Al-Qadir, en la nueva catedral de la ciudad (ya había sido la antigua Catedral de S. Vicente en la época visigoda).

La incorporación del reino de Toledo supone un enorme terreno por ocupar. Prácticamente sería la extensión de las actuales provincias de Guadalajara, Toledo y Madrid.  Por el este, Uclés, Huete, Cuenca y Alarcón pertenecen al reino de Valencia y el reino de Sevilla mantiene Calatrava (cerca de la actual Ciudad Real). Alfonso VI, carente de habitantes para repoblar todo el territorio toledano, decide ocupar y fortificar los núcleos urbanos (Toledo, Santa Olalla, Maqueda, Madrid, Talamanca, Uceda, Guadalajara, Atienza, Medinaceli, etc) y dejar yermo el territorio entre ellos. Además, repuebla la fortaleza de Buitrago para proteger Somosierra. Toda la zona al Sur del Sistema Central se llamará, a partir de ahora, la Transierra. La Extremadura castellana se repuebla para reforzar la retaguardia de la Transierra. La frontera, durante siglos instalada en las inmediaciones del Duero, pasa a ser el río Tajo y los Montes de Toledo.

La toma de Toledo permite a Alfonso VI hacer realidad una vieja pretensión: hacer valer su hegemonía sobre el resto de reinos de la Península (tanto cristianos como musulmanes). En los documentos de la época, el rey se hace titular “Rex et Imperator totius Hispaniae”. Incluso en su correspondencia con el rey Al-Mu’tamid de Sevilla, Alfonso VI firma bajo el título de “emperador de las dos religiones”. La restauración de la sede primada de Hispania en el arzobispado de Toledo (por Bula papal de 1088) favorece también esta hegemonía castellanoleonesa.

La caída del reino de Toledo en manos de Alfonso hace que las comunicaciones entre el reino taifa de Zaragoza y el resto de Al-Andalus sean extremadamente complicadas (el paso natural entre la meseta y el valle del Ebro, el corredor Henares-Jalón, queda cortado por la ocupación castellanoleonesa de la actual provincia de Guadalajara). Las cosas empeoran para Al-Musta’in de Zaragoza, ya que Al-Qadir (el anterior rey de Toledo, refugiado en Cuenca), con la ayuda de la hueste de Alvar Háñez (noble castellano encargado de vigilar el flanco oriental de la frontera) toma en 1086 el reino de Valencia. Al-Qadir, envalentonado por la conquista realizada decide no pagar parias a Alfonso VI. Sin ninguna duda, el rey hubiera hecho sentir todo su poder al reyezuelo de Valencia, pero otros asuntos absorberán a partir de ahora al soberano castellanoleonés.

 


rimer ataque almorávide

La gran actividad militar desplegada por Alfonso VI ha hecho aumentar enormemente los gastos militares del reino. Para paliar la situación, Alfonso decide aumentar el monto de las parias a cobrar a los musulmanes. Así, manda expediciones a razziar Sevilla y Granada, al mando de nobles de su curia. Incluso uno de ellos, García Jiménez, se hace en una audaz cabalgada con la fortaleza de Aledo (cerca de la ciudad de Murcia), situada a más de 300 kms. de la frontera de Castilla. Desde allí, hostigará durante los siguientes años la zona. Tan espectacular conquista y su posterior mantenimiento posiblemente no se hubiera sostenido de no haber contado con el apoyo de la abundante población mozárabe que se encuentra instalada en la región de Murcia. 

En la primavera de 1086, Alfonso se encuentra  sitiando con su ejército Zaragoza, que no ha satisfecho las parias debidas del año anterior. Sobre la actitud que adoptó el Cid, en ese momento al servicio del rey de Zaragoza, nada sabemos. En dicho asedio, Alfonso recibe la noticia del desembarco en Algeciras del almorávide Yusuf Ibn Tasufin con su ejército (el día 30 de julio de 1086). Al-Mu’tamid de Sevilla, pese al enorme recelo que despierta el emergente imperio del otro lado del Estrecho entre las taifas, ha conseguido involucrar al califa almorávide en los asuntos de la Península. A finales de septiembre el ejército almorávide junto con las fuerzas de los reinos de Sevilla, Granada y Badajoz, se encuentra en esta última ciudad, tras un lento avance (Yusuf Ibn Tasufín tiene muchas dudas sobre la lealtad de los reyes de Taifa y de su capacidad para enfrentarse al rey de Castilla y León).

Alfonso decide levantar el sitio de Zaragoza y marcha rápidamente a Toledo, donde concentra a sus tropas (incluyendo las huestes de Alvar Háñez, que se ha retirado de Valencia). Según las crónicas musulmanas, Alfonso pensó que era mejor luchar en territorio enemigo, puesto que si ganaba, el avance que obtendría sería muy importante; si perdía, el reino no sufriría una invasión. Tal vez, el rey Alfonso VI subestimó al ejército de Yusuf, probablemente debido a que nadie recordaba la última ocasión en que la victoria había caído del lado musulmán.  Baste recordar que desde la muerte del hijo de Almanzor en 1008 ningún líder de Al-Andalus había tomado la iniciativa militar y todo habían sido victorias cristianas. El caso es que no esperó la llegada de refuerzos pues la estación estaba muy avanzada para salir en campaña y marchó con su ejército hacia Badajoz. Es muy posible que, de no haberse llegado al enfrentamiento armado, el ejército almorávide hubiera debido retirarse ya que no era factible mantenerlo en la Península durante todo el invierno.

El caso es que el 23 de octubre de 1086 se produjo la batalla en la dehesa de Sagrajas (en las inmediaciones de Badajoz). El ejército de Alfonso VI era bastante inferior en número, aunque la mayoría eran caballeros enlorigados de gran valor militar.  Apenas dispuso de peones, puesto que hubieran ralentizado la marcha hacia Badajoz. El resto del ejército alfonsino quedó en las inmediaciones de Toledo. Pese a la inferioridad, lanzó la habitual carga de caballería contra la línea musulmana. Estas cargas siempre habían desbaratado las posiciones andalusíes y pronto la victoria se decantaba del lado cristiano. Esta vez no ocurrió tal cosa. La línea musulmana aguantó y envolvió a la caballería cristiana mientras otro contingente asaltaba el campamento cristiano. El ejército cristiano fue derrotado. Incluso Alfonso VI fue herido en una pierna mientras trataba de retirarse. 

B.F. Reilly (“El reino de León y Castilla bajo el Reinado de Alfonso VI”) calcula unos 20.000 hombres para el ejército almorávide y andalusíe. Por su parte, Alfonso VI se presentó en Sagrajas con unos 1.500 caballeros, otros tantos escuderos a caballo y unos 1.000 peones. Otros historiadores consideran algo bajas, aunque no muy desencaminadas, las cifras dadas por Reilly para el ejército de Alfonso ya que las crónicas musulmanas hablan de 3.000 cadáveres cristianos hallados en el campo de batalla. 

En el momento de la derrota, Alfonso pudo reorganizar a mucha de su gente a caballo y huir a Coria (a unos 130 kms. al norte). Probablemente, pudo poner a salvo a una buena parte de caballeros y escuderos, a cambio de perder a todos sus peones, por lo que la derrota, aún siendo seria, no fue catastrófica. Las fuentes musulmanas designan esta batalla como Zalaca.

 


igue la supremacía castellano-leonesa

Yusuf Ibn Tasufín no supo explotar el éxito obtenido ya que en vez de perseguir a Alfonso decidió volver a Sevilla y, desde allí, pasó a África antes de terminar el año. Alfonso VI, que desconocía la retirada almorávide, se aprestó a la defensa de Toledo. Decide llamar a Rodrigo Díaz de Vivar y su hueste y le otorga la tenencia de San Esteban de Gormaz, plaza clave en la defensa del flanco oriental de Castilla y centro de una amplia zona aún sin repoblar. Además, le otorga la tenencia de Langa de Duero, Bibriesca y Dueñas, entre otras plazas y el derecho a transmitir hereditariamente a sus descendientes todas las tierras musulmanas que conquistara.

En 1087 la situación parece controlada de nuevo por Alfonso VI. Al-Musta’in de Zaragoza vuelve a pagarle parias a cambio de la ayuda que el Cid le presta contra Al-Mundir (rey taifa de Lérida). Al-Qadir de Valencia vuelve a someterse y pagar parias debido, principalmente, a que el Cid ha acampado durante el invierno de 1086-87 en Requena y amenaza seriamente a Valencia. Mientras todo esto ocurre, García Jiménez sigue en Aledo razziando sin cesar la rica región de Murcia.

En ese mismo año de 1087 se produce una revuelta en Galicia encabezada por el obispo de Compostela Diego Peláez (se dice que fue a favor de los derechos de García, hermano del rey, aún vivo aunque encerrado de por vida en el castillo de Luna). La situación fue controlada por el rey a finales de año. En marzo de 1088 reúne a la curia en Husillos (provincia de Palencia). La primera decisión que toma el rey es desposeer al obispo rebelde y sustituirlo por el abad Pedro de Cárdena. Igualmente, se fijan los límites de los obispados de Burgos y Osma. El Papa Urbano II no acepta que Alfonso pueda deponer a un obispo y llama a Diego Peláez y Pedro de Cárdena a Roma para dirimir el contencioso. Mientras tanto, el rico obispado de Compostela queda administrado por el mayordomo Diego Gelmírez (entonces aún seglar). Este es el comienzo de una larga y provechosa carrera. Los límites entre los obispados de Osma y Burgos serán una disputa constante durante los siguientes años.  

 


a sucesión; alianza con Borgoña

Por entonces, Alfonso VI ya tiene cincuenta años (edad avanzada para la época a pesar que el rey parece tener una gran vitalidad) y no tiene hijos varones. Solamente tiene una hija legítima, Urraca, y otras dos bastardas: Elvira y Teresa. Alfonso decide casar a su hija Urraca con Raimundo de Borgoña, hijo del conde de Borgoña, aliado suyo. El rey busca alianzas más allá de los Pirineos para evitar rencillas entre la nobleza castellanoleonesa por la sucesión y no quiere unir el destino de su hija a ninguna casa nobiliaria del reino. Además, busca atraer población de allende los Pirineos para llevar a cabo sus planes de repoblación.  

En 1089 se produce el matrimonio de Urraca con Raimundo de Borgoña, aunque la infanta es aún una niña y queda bajo la custodia del noble leonés Pedro Ansúrez (un viejo compañero de armas de Alfonso VI, desde la guerra contra Sancho II). El borgoñón recibe, a cambio de su espera, el gobierno de Galicia y Portugal

 


l Cid, señor de la guerra

En junio de 1088 Yusuf Ibn Tasufín vuelve a cruzar el Estrecho con su ejército y marcha a asediar Aledo, en Murcia, donde García Jiménez continúa con sus depredaciones.  Reune refuerzos llegados de todos los reinos de taifa del sur. En ese momento, Alfonso VI se encuentra en Segovia dirigiendo la repoblación de la zona (clave para vigilar los pasos de montaña).  Hasta el mes de octubre no consiguió poner en marcha un ejército de auxilio para enviarlo a Aledo. Para entonces, las disensiones y recelos mutuos entre Yusuf y los reyes de taifa han hecho fracasar el sitio de la plaza fuerte murciana. Cuando llega el ejército cristiano a la zona, Yusuf ya ha levantado el asedio y ha vuelto a África. 

Este episodio supuso la segunda ruptura de Alfonso VI y el Cid, ya que el rey convocó al Campeador en Hellín (provincia de Albacete) para unirse al ejército de socorro hacia Aledo. El Cid no se presentó debido a que había ya decidido a actuar por su cuenta en el reino de Valencia.

Así, el Cid instala su base de operaciones en Elche. En 1089 ataca Lérida y Tortosa (reino taifa de Al-Mundir). Se enfrenta al conde de Barcelona Bereguer Ramón II, alidado y protector de Al-Mundir. En 1090, en la batalla de Tébar, el Cid derrota y captura al conde barcelonés. El verano de ese año el Cid ha enfermado y debe pasarlo en Daroca, antes de volver a sus bases en Elche, donde vive de las parias que recibe de Al-Mundir de Lérida, rescates de prisioneros y botín de guerra. 

En 1094 el Cid somete a un duro asedio a la ciudad de Valencia. El 15 de junio cae la ciudad en sus manos. Un ejército almorávide, que acude en socorro de Valencia es derrotado por el Cid en la batalla del Cuart. Los almorávides se encuentran más concentrados en acabar con la taifa de Badajoz. Al-Mutawakkil muere asesinado y el reino de Badajoz es asimilado por el poder almorávide. Igualmente, Lisboa cae en manos musulmanas tras una grave derrota del conde Raimundo de Borgoña. 

El rey Alfonso ha salido simultáneamente en campaña hasta Granada, de donde vuelve con un gran botín y un contingente elevado de mozárabes. La situación de estos cristianos en zona musulmana ha empeorado con el fundamentalismo almorávide.

 


l-Andalus bajo los almorávides

El pago de parias vuelve a enfrentar a los reyes de taifa entre sí y con sus súbditos. 

Abd Allah, de Granada decide pagar la astronómica cantidad de 30.000 dinares a Alfonso (por los tres años que ha dejado de satisfacerlas, a 10.000 por año). Este pago se produce debido a que el rey de Granada siente amenazado su reino por Al Mu’tamid de Sevilla y consigue la protección del rey castellanoleonés con semejante pago. 

Por su parte, Zaragoza paga parias al ascendente reino de Aragón; Valencia debe pagarlas al Cid, que también cobra las de Tortosa y Lérida. Esta ruinosa política (para los musulmanes) crea enormes tensiones entre la población (en teoría, cobrar un impuesto no contemplado en el Corán es ilegal). 

A pesar que todos recelan de Yusuf Ibn Tasufín, los reinos de taifa deciden volver a llamar al sultán almorávide. El tercer desembarco de Yusuf en Algeciras se produce en junio de 1090. Inmediatamente se dirige hacia Toledo (señalando claramente quien es el verdadero enemigo: el infiel rey cristiano del Norte). 

Yusuf asedia Toledo infructuosamente, ya que la ciudad resiste sin grandes problemas obligando a levantar el sitio en agosto. Esta vez, el almorávide no vuelve a África inmediatamente, sino que se decide a unificar de una vez a todos los musulmanes de Al-Andalus. El primer rey taifa en sucumbir es Abd Allah, al que Alfonso VI esta vez no puede ayudar (principios del año 1091). Le siguen los reyes de Córdoba y Jaén. En septiembre, el reino de Sevilla pasa a manos de Yusuf Ibn Tasufín. 

En 1092, la situación de Aledo se ha tornado en insostenible por la presión almorávide. García Jiménez decide evacuar la fortaleza, llevándose consigo un buen contingente de mozárabes que se instalaran en las tierras del reino de Toledo.

Para proveer la defensa del territorio, AlfonsoVI  delega entre sus nobles de confianza funciones de justicia, gobierno y defensa sobre amplios territorios. Así, Pedro Ansúrez ejerce este poder en Zamora, Toro, Valladolid y Cuellar. Gonzalo Núñez de Lara domina las actuales provincias de Burgos, Segovia y Soria (hay que recordar que Langa, Gormaz, San Esteban y Berlanga siguen perteneciendo al Cid, a pesar de sus desencuentros con el rey).

Todo esto significa el fin del cobro de parias para Alfonso VI. También significa que, en lo sucesivo, deberá hacer frente a un enemigo unido y poderoso, aunque el rey cuenta también con un reino bastante poblado y muy bien defendido. Para paliar el descenso de las rentas reales al perderse las parias, Alfonso hace un “petitum” a cada ciudad y villa de su reino (cada población debe pagar 2 sueldos). Esto supone el primer intento de crear un sistema de impuestos por parte de la monarquía. El petitum poco a poco se irá institucionalizándose.

 


n heredero varón

En 1093, aprovechando la guerra civil entre Al-Mutawakkil (rey taifa de Badajoz) y los almorávides, Alfonso VI toma sin lucha Santarem, Lisboa y Sintra con lo que lleva la frontera portuguesa hasta el río Tajo. Parece ser que estas conquistas fueron pactadas a cambio de ayuda al amenazado rey taifa.

Todos estos nuevos territorios son administrados y gobernados por Raimundo de Borgoña (casado con Urraca, hija del rey), que ya gobierna en Galicia y resto de Portugal. Es el hombre más poderoso del reino, después del monarca y se perfila como posible sucesor: el rey ya tiene 56 años y, de momento no ha tenido más descendencia que tres hijas. 

La situación cambia radicalmente cuando el rey tiene un hijo varón, llamado Sancho, de una concubina mora llamada Zaida (mujer antes casada con un hijo de Al-Mutamid de Sevilla).

A finales del año 1094, el rey vuelve a contraer matrimonio (parece ser con la concubina Zaida, que se convierte el cristianismo). El conde Raimundo ve peligrar sus opciones de sucesión y llega a un acuerdo secreto con su cuñado y a la vez primo Enrique (casado con la infanta Teresa) para repartirse el reino, en caso de muerte del monarca. Este extraño pacto Reilly (basándose en las signaturas de documentos de la época) lo sitúa en 1095. Otros historiadores lo sitúan en 1106, cuando el rey nombra oficialmente heredero a su hijo Sancho. Esta última fecha parece más probable.

Sea como fuere, el rey decide recortar el poder del conde Raimundo otorgando el condado de Portugal a Enrique, segregándolo de Galicia (territorio gobernado por Raimundo). Con esta decisión, Enrique pasa a ser aliado del monarca y el pacto sucesorio, de haber existido, queda en papel mojado.

 

 


efensa del Tajo

En 1096, la presión almorávide sobre la frontera del Tajo obliga a Alfonso VI a concentrarse en su defensa, desatendiendo los asuntos del reino vasallo de Zaragoza. La situación es aprovechada por el rey de Aragón (Pedro I que reinó entre 1094 y 1104) para avanzar hacia el sur y tomar Huesca, tras derrotar a un ejército zaragozano apoyado por una hueste castellana en Alcózar.

En 1097 Alfonso VI reúne un ejército para vengar la derrota del año anterior por parte de los aragoneses. Cuando se encuentra en las cercanías de Aranda de Duero, el rey Alfonso recibe la noticia que Yusuf Ibn Tasufín ha vuelto a la Península al mando de un poderoso ejército. Alfonso VI decide que los asuntos de Zaragoza pueden esperar y ordena a sus huestes dirigirse a Toledo a toda prisa para defender su frontera del Tajo. 

Ya en Toledo recibe el refuerzo de una hueste del Cid, al mando del hijo de éste. En las cercanías de Consuegra ambos ejércitos se encuentran y se produce la batalla. De nuevo, Alfonso VI es derrotado. A duras penas, el rey con gran parte de su ejército se refugia tras los fuertes muros de la fortaleza de Consuegra. El ejército almorávide inicia un asedio que debe levantar tras nueve días debido a la escasez de alimentos que tiene. De todos modos, Yusuf, antes de retirarse al Sur de la Península y volver a África derrota en Cuenca al ejército de Alvar Háñez, señor de la zona que ha acudido en auxilio de su apurado rey. El hijo del Cid es una de las víctimas de la batalla. Pese a la derrota, la frontera sur del reino no sufre ningún retroceso. De nuevo, Yusuf Ibn Tasufín no ha sabido explotar el éxito. Parece ser que se conforma con dar una buena “paliza” al infiel y volver a sus dominios norteafricanos.

En 1098, tal situación es aprovechada por el monarca castellanoleonés para repoblar la Extremadura y las ciudades de Almazán y Guadalajara ). Con esto busca establecer población es estos lugares para que sirvan de escudo defensivo ante los musulmanes. Ciudades como Atienza, Sigüenza y Medinaceli siguen en manos musulmanas y son una amenaza constante para los nuevos repobladores de la zona Este de Segovia y Soria.

En el verano de 1099, Yahya, nieto de Yusuf Ibn Tasufín, asedia Toledo y toma la fortaleza de Consuegra (es la fortaleza cristiana más importante al Sur del río Tajo). Al año siguiente, Toledo vuelve a ser asediada, pero la propia situación de la ciudad y la aparente incapacidad táctica de los almorávides, obliga de nuevo a levantar el cerco sin conseguir ningún resultado.

En 1102, Para compensar la pérdida de Valencia, Alfonso VI conquista y repuebla rápidamente Atienza, de vuelta de su campaña de Valencia  Para seguir apuntalando el frontera oriental bloquea y conquista en 1104 la plaza de Medinaceli. El corredor Henares-Jalón, paso natural de la meseta sur al valle del Ebro queda en manos de Alfonso, aislando al reino de Zaragoza. Sigüenza queda rodeada de territorios cristianos aunque seguirá siendo musulmana hasta 1124.

En 1106 muere el archienemigo almorávide de Alfonso VI, Yusuf Ibn Tasufín. El rey cristiano aprovecha la oportunidad para razziar las tierras de Málaga (el rey a pesar de su edad se encuentra en plena forma) y volver con numerosas familias mozárabes que instala en el reino de Toledo.

 


érdida de Valencia

En 10 de julio de 1099 El Cid fallece de muerte natural  en su dominio valenciano. El flanco oriental del reino, hasta ahora bien guardado por la presencia del Campeador en Valencia,  vuelve a estar en peligro.

En 1101 los aragoneses llegan incluso a cercar durante el verano la ciudad de Zaragoza (infructuosamente), mientras los almorávides hacen lo propio con Valencia (defendida heroicamente por la viuda del Cid, Dña. Jimena). Alfonso VI, concentrado en la defensa de Toledo, no puede ayudar a ninguno de sus dos vasallos.

En la primavera de 1102, Alfonso marcha con su ejército hacia Valencia. La llegada del rey obliga a los almorávides a levantar el cerco de la capital levantina y retirarse hasta Cullera. El rey entra en la ciudad de Valencia para cerciorarse que la situación es insostenible y que la resistencia es inútil. Decide evacuar a todos los cristianos de la ciudad, incluidos los mozárabes. Alfonso abandona la ciudad tras incendiar el alcázar, la mezquita y parte de la ciudad. Los mozárabes valencianos serán muy útiles para repoblar la región toledana. El cuerpo del Cid es llevado al monasterio de Cardeña donde es enterrado. 

 


ucesión del rey

El tema de la sucesión de Alfonso VI  (a la sazón con 70 años de edad) adquiere gran importancia en los asuntos internos del reino. En 1103, su hijo Sancho ya aparece en los documentos reales como hijo del rey (y más que posible sucesor, a pesar de sus escasos 10 años). 

Ante la evidencia de que Sancho,  va adquiriendo notoriedad, los yernos (Raimundo y Enrique)  maniobran buscando su propio interés. El episodio del pacto sucesorio (relatado anteriormente) entre Enrique de Portugal y Raimundo de Borgoña pudo haberse producido perfectamente en este momento (al menos esa es la opinión de historiadores como Ladero Quesada, entre otros). 

La situación se complica con el nacimiento de un hijo de Raimundo y Urraca (el futuro Alfonso VII) en 1105. El abanico de posibles herederos se abre. Pero Alfonso VI parece decantarse por su hijo natural, Sancho, ya que éste aparece en los diplomas reales (a partir de 1107) como heredero (bajo la fórmula “regnum electus patri factum”). La muerte de Raimundo de Borgoña (20 de septiembre de 1107)  aparentemente favorece los intereses de Enrique de Portugal (es el único miembro de la familia real, salvo el rey, varón adulto en un momento de inestabilidad militar).

La viuda Urraca y su hijo Alfonso obtienen el gobierno de Galicia y la “protección” del Obispo Gelmírez de Compostela (pudo el Obispo haber recibido la tutoría del infante).

 


uerte del heredero

En 1108 Tamin Ibn Yusuf,  gobernador de Al-Andalus (hijo de Tasufín y hermano del nuevo sultán almorávide Alí Ibn Yusuf), inicia una campaña con el objetivo de recuperar el paso Henares-Jalón hacia el reino de Zaragoza y reconquistar la fortaleza de Medinaceli para dejar expedito el paso. 

El 27 de mayo toma la villa de Uclés. Sus pobladores se refugian en el alcázar. Sancho (el heredero ha sido nombrado defensor de Toledo) y su ayo, García Ordóñez, marchan con una hueste en ayuda de los defensores de Uclés. Otros magnates castellanos se unen al ejército. El 29 de mayo en las afueras de Uclés se desarrolla una desastrosa batalla en la que el ejército castellano sufre una seria derrota que supone la pérdida de Uclés, Belinchón, Ocaña, Huete, Cuenca y Alcalá de Henares. 

Peor aún, Sancho, junto a todos los magnates castellanos (todos de la zona de Burgos y Soria) presentes en la batalla mueren en su huída en Belinchón (a unos 20 kms. de Uclés) a manos de la población musulmana de dicha villa.  La muerte de los magnates castellanos ha dejado descapitalizada la zona oriental del reino.  La crítica situación tampoco fue aprovechada (otra vez) por los almorávides. Tamin Ibn Yusuf volvió al sur de la Península para recibir las loas de los poetas (que crearán un aura de invencibilidad en Tamin). De haber seguido avanzando hacia el Norte, no solamente hubiera abierto el paso Henares-Jalón sino que podría haber profundizado en las actuales provincias de Segovia, Soria y Burgos, debido al vacío de poder que la muerte de los condes castellanos de estas zonas ha dejado.

La muerte de su hijo Sancho parece que afectó la salud del viejo rey Alfonso VI. La situación del reino es crítica. La teórica heredera ahora es Urraca, mujer viuda de unos 27 años. A pesar de haber estado en primera fila de la política (por su esposo Raimundo) durante bastantes años, el rey parece no confiar en las dotes de su hija. Tampoco confía demasiado en su yerno Enrique. 

 

 


nión de Castilla, León y Aragón

Por tanto, Urraca debe casarse de nuevo con alguien con capacidad militar y política contrastada. Hay un candidato en Castilla, el Conde Gómez González de Lara (incluso parece ser que era del agrado de Urraca). El rey Alfonso VI desecha al castellano por considerar que el trono quedaría demasiado cerca de la nobleza castellana (en contra de los intereses de nobles leoneses y gallegos).

Alfonso VI elige como esposo para su hija al rey de Aragón Alfonso I el Batallador (miembro de la vieja dinastía de Sancho III el Mayor de Navarra). Parece haber pesado en el ánimo de Alfonso VI la capacidad militar del aragonés (el apodo de Batallador se lo ganó con creces) y el apoyo de su viejo amigo el conde Pedro Ansúrez y toda la nobleza leonesa (no quieren como rey consorte a un castellano). 

Los nobles gallegos y el Obispo Gelmírez (hay que considerar que el hijo de Urraca –un niño de 5 años- está al cuidado del noble más importante gallego, el conde de Traba) no ven con buenos ojos este enlace por considerar que puede perjudicar a los derechos de Alfonso Raimúndez (hijo de Urraca). Si el matrimonio tiene hijos, es posible que éste quede relegado. Además, los contrayentes son primos en segundo grado (un grado de consaguinidad no permitido por las autoridades eclesiásticas).

El 1 de julio de 1109  Alfonso VI fallece a los 73 años de edad en Toledo, tras 44 años de reinado. Urraca es aclamada inmediatamente como reina de León y Castilla. Hereda un reino, a pesar de las dificultades, sólido, con una repoblación asentada en casi todas las regiones y bien defendido frente a los musulmanes. Veinte días después de su fallecimiento, Alfonso VI es enterrado en Sahagún.

 

 

 


mientras ... ¿qué pasaba en Maderuelo?

No disponemos de datos concretos de este breve y agitado periodo del siglo XI.  Alfonso VI está en agosto en Sepúlveda con su ejército para intentar ayudar al nuevo rey toledano Al-Qadir. En noviembre otorga el Fuero de Sepúlveda que servirá de modelo para todos los fueros de la Extremadura Castellana (ya hablaremos más delante de este tema). Alfonso necesita repoblar urgentemente el Sur del Duero, y más Sepúlveda y la comarca Nordeste segoviana debido al estratégico paso de Somosierra (el puerto de montaña más accesible para pasar hacia el reino de Toledo). Todo el Sur del Duero se empieza a repoblar alrededor de núcleos fortificados (como Olmedo, Arévalo, Coca, Cuellar o Sepúlveda).

En 1086, Alfonso VI  llama a Rodrigo Díaz de Vivar y su hueste y le otorga la tenencia de San Esteban de Gormaz, plaza clave en la defensa del flanco oriental de Castilla y centro de una amplia zona aún sin repoblar. Además, le otorga la tenencia de Langa de Duero, Berlanga, Bibriesca y Dueñas, entre otras plazas y el derecho a transmitir hereditariamente a sus descendientes todas las tierras musulmanas que conquistara.  

En marzo de 1088 reúne a la curia en Husillos (provincia de Palencia) y se fijan los límites de los obispados de Burgos y Osma.  Los límites entre los obispados de Osma y Burgos serán una disputa constante durante los siguientes años.  

En 1097 Alfonso VI reúne un ejército para vengar la derrota del año anterior que los aragoneses infringieron en Huesca al reino taifa de Zaragoza y sus aliados castellanos.  Este ejercito se concentró en las cercanías de Aranda de Duero.

En 1098, Se acentúa la repoblación de la Extremadura y las ciudades de Almazán y Guadalajara. Con esto se busca establecer población es estos lugares para que sirvan de escudo defensivo ante los musulmanes. Ciudades como Atienza, Sigüenza y Medinaceli siguen en manos musulmanas y son una amenaza constante para los nuevos repobladores segovianos de Maderuelo, Ayllón y Sepúlveda y para Soria.

En 1099 se restaura la sede de Osma. En años sucesivos tendrá grandes litigios con la sede  de Burgos por cuestión de límites, incluyendo la pertenencia de Maderuelo y alrededores.